jueves, 31 de octubre de 2013

Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto de San Esteban. Cuenca. 1941-1953

Nuestro Padre Jesús orando en el Huerto de San Esteban. Cuenca.

Marco Pérez entregó a la Hermandad las figuras de Jesús y el Angel en 1941 y realizó una segunda entrega para completar el paso con las figuras de los Apóstoles en 1953.
Recibe culto en la Iglesia de San Esteban. Cuenca

Página web de la Hermandad.
http://www.huertodesanesteban.es/
Blog de la asociación cultural Huerto de San Esteban
http://asociacionhuertodesanesteban.blogspot.com.es/





















Se cumplen 30 años de la muerte del escultor Marco Pérez. José Vicente Avila

Se cumplen 30 años de la muerte del escultor Marco Pérez


En primera fila, Federico Muelas, Leonardo Martínez Bueno, Luis Marco Përez, Rodrigo Lozano, Mariano Nicolás y Luis Martínez Kleiser, en el homenaje que Cuenca rindió a Muelas, Bueno, Marco y Kleiser.
Luis Marco Pérez, escultor e imaginero conquense (Fuentelespino de Moya, 1896; Madrid, 1983), está considerado como uno de los mejores de España en el Siglo XX, con premios nacionales por varias de sus esculturas, entre 1922 y 1930, y con una fecunda labor como imaginero, tras la guerra civil, aunque una de sus mejores obras sería la  de la Santa Cena, en 1930, destruida en la incivil contienda. En Cuenca dejó gran parte de su obra, tanto como escultor e imaginero, entre las que podemos destacar el Monumento a los Soldados de África (El Soldado Desconocido), El Pastor de las Huesas (Medalla de Oro de las Bellas Artes), El Alma de Castilla es el Silencio, Idilio Ibérico, premiada y adquirida por el Estado en 1924 para el Museo de Arte Moderno, y otras  esculturas costumbristas en parques de Cuenca, además de gran obra en Valencia, Madrid y otras ciudades españolas.
Treinta años se cumplen de su muerte, pues falleció el 17 de enero de 1983 en Madrid, donde estuvo enterrado dos años, hasta que en febrero de 1985 sus restos fueron exhumados, gracias  al sentir del pueblo nazareno conquense y de toda la ciudad y provincia en sí. Los restos de Luis Marco Pérez llegaron a Cuenca, tras las gestiones realizadas por la Hermandad de Jesús Nazareno (de El Salvador), el 23 de febrero de 1985. Durante diez días se habían celebrado actos en su memoria como conferencias, exposiciones con parte de su obra, y hasta un concierto en el que no faltó la marcha “Marco Pérez ha muerto” de Alfonso Cabañas,  y el traslado a la Catedral de las imágenes que hizo para la Semana Santa de Cuenca, para el día del entierro, oficiando la misa de funeral el obispo de la diócesis, monseñor Guerra Campos.


Luis Marco Përez
PROCESIÓN FÚNEBRE HASTA SAN ISIDRO
Tras la misa fúnebre, el desfile de numerosas personas desde la Plaza Mayor hasta la ermita de San Isidro, en procesión silenciosa de cortejo fúnebre de emociones contenidas, portando muchos nazarenos el féretro a hombros. El Ayuntamiento dispuso del terreno anejo a la ermita isidril, cercano al cementerio de los canónigos, donde ya habían sido enterrados Federico Muelas y Fernando Zóbel, acotando un camposanto de personalidades ilustres. En 1996 y con motivo del centenario del  Nacimiento de Marco Pérez, se hizo el cerramiento de este camposanto por mediación de la Junta de Cofradías, Ayuntamiento, que cedió las rejas, y la Hermandad de San Isidro Labrador (Vulgo de Arriba), y colocando una placa realizada por el alfarero Adrián Navarro.

ACTOS DE LA JUNTA DE COFRADÍAS
La Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca no ha querido pasar por alto la efemérides de la muerte de Marco Pérez y al efecto ha preparado una serie de actos de recuerdo al escultor de Fuentelespino de Moya, sin alardes publicitarios porque los tiempos piden austeridad y sencillez, “aunque el recuerdo de los nazarenos de Cuenca hacia tan gran escultor es el mejor homenaje que le podemos dar”, destaca el presidente de la Junta de Cofradías, Jorge Sánchez Albendea.
Al efecto, el jueves 17 de enero, fecha del 30 aniversario de la muerte del recordado escultor, se celebrará una misa en su memoria en la parroquia de San Esteban, a las siete de la tarde, un templo en el que, recuerda Sánchez Albendea, “todos los pasos que allí se veneran salieron de su gubia: Jesús Orando en el Huerto, El Beso de Judas, La Exaltación y El Descendimiento. Se trata además de una iglesia céntrica que puede facilitar mayor presencia de fieles en un acto como éste”.
Los actos de la Junta proseguirán el sábado 19, con una conferencia de José Miguel Carretero, sobre una aproximación a Luis Marco Pérez, tanto en su faceta de escultor a nivel nacional  como de imaginero, con esa huella indeleble en la Semana Santa de Cuenca, además de las de Ciudad Real, Albacete,  Mota del Cuervo e incluso Tarancón, o en localidades como Elche y Avilés, entre otras. La charla de Carretero, reconocido especialista de la obra de Marco Pérez y de la Pasión de Cuenca en general, tendrá lugar a las 11 horas del citado sábado en la sala alta del Museo de la Semana Santa, que se ha amueblado recientemente, aunque su inauguración oficial será para la junta general de las Cofradías y no se descarta que sea orlada con el nombre del escultor.

OFRENDA DE LA ESCUELA NAZARENA
Tras la conferencia con coloquio incluido, los asistentes y público en general se desplazarán hasta la ermita de San Isidro, en cuyo camposanto de “conquenses ilustres” descansan los restos de Marco Pérez, donde a las 13,30 horas se llevará a cabo una ofrenda floral en su tumba a cargo de los niños de la Escuela Nazarena, que portarán una corona de flores y recitarán un poema de autor conquense relacionado con Marco Pérez y su obra. Precisamente los niños de la Escuela Nazarena realizarán ese día un estudio de los grupos escultóricos de Marco Pérez que se encuentran en San Esteban, bajo la dirección del experto Miguel Arias Buenache, que en su día realizó un importante trabajo sobre la imaginería, publicado en uno de los Extras de  “El Día de Cuenca”


Cartel de Ignacio Blanco para la Asociación Cultural del Huerto de San Esteban
ASOCIACIÓN CULTURAL DEL HUERTO
Por otro lado, la Asociación Cultural de la Venerable Hermandad de  Jesús Orando en el Huerto (de San Esteban), ha preparado para el viernes 18 de enero, una conferencia- coloquio en el salón de actos de CCM, a partir de las 19,30 horas y hasta las 21,30, “en forma de merecido  recuerdo y también como homenaje a un conquense ilustre como lo fue Luis Marco Pérez”, remarca Rafael Torres, miembro de esta Asociación.
Destaca Torres (que ha trabajado durante varios meses con los componentes de la Asociación para realizar este homenaje), que “Luis Marco Pérez sea posiblemente la persona que más haya contribuido, mediante su constante y perseverante trabajo, a engrandecer y enriquecer no sólo nuestra provincia en general, y Cuenca en particular, sino toda Castilla-La Mancha”.
La conferencia y mesa redonda del viernes 18, señala Rafael Torres,  “correrá a cargo de José Benedicto Sacristán que derivando de Fuentelespino de Moya, ha sido cronista del escultor, y autor del libro “Vida y obra del Escultor Luis Marco Pérez, que horas antes entregará en forma de cesión un negativo en cristal de la imagen de San Juan, en la sede de la Hermandad de San Juan Bautista. Durante la conferencia  se leerá un texto de  José Vicente Pérez de la Sierra, primo de Marco Pérez,  autor de obras relacionadas con la provincia y colaborador del Museo de Cuenca, que no puede desplazarse por un causas de fuerza mayor. La mesa redonda estará formada por el nazareno y Doctor en  Derecho Romano, José Miguel Carretero Escribano;  Carlos Julián Martínez Soria, licenciado en Historia del Arte y Pedro Romero Sequí, que formó parte de la delegación que se encargó de traer a Cuenca, los restos del artista, trasladados desde Madrid. El acto finalizará con la proyección de un video con imágenes inéditas del escultor”
Se espera contar con la presencia del alcalde de Fuentelespino de Moya, Vicente Salvador Linuesa y de numerosos vecinos del pueblo, que con su presencia intentarán dar sincero y merecido homenaje a su paisano más célebre.
EL DIA DE C-LM. EL DIA NAZARENO, 13 de enero de 2013
 José Vicente Avila

Marco Pérez en 1975: "Cuenca lo es todo para mí". José Vicente Avila

Marco Pérez en 1975: “Cuenca lo es todo para mí”


PÁGINAS DE MI DESVÁN: LUIS MARCO PÉREZ
“Cuenca lo es todo para mí”. Esta frase tan rotunda, como cariñosa, me la expresó el escultor Luis Marco Pérez cuando tuve la suerte de conocerle el 13 de junio de 1975, cuando el artista nacido en Fuentelespino de Moya contaba 78 años y hacía mes y medio que había perdido a su esposa. Marco Pérez había venido a Cuenca con uno de los ayudantes de su taller para reparar algunas imágenes, entre ellas la de San Pedro Apóstol. Aquella entrevista fue publicada en “Diario de Cuenca” en la sección “Usted Dirá”, el 14 de junio y reproducida en parte en la sección “Páginas de mi desván” de “El Día de Cuenca”, el Domingo de Ramos de 1990, serie que inicié precisamente con el escultor e imaginero. En estos días de la Cuaresma de 2013, en la que se han celebrado homenajes de recuerdo a Luis Marco Pérez, en el 30 aniversario de su muerte, recordamos aquellos momentos vividos junto al  escultor e imaginero en 1975.
”Cuenca lo es todo para mí”. Esta frase de Luis Marco Pérez, que recogí en una entrevista que mantuve con el laureado escultor conquense el 13 de junio de 1975,  y publicada en el ”Diario de Cuenca”, define el amor de un hombre a su ciudad, que ha quedado además plasmado con su imaginería de Semana Santa y sus esculturas repartidas por diversos puntos.
Luis Marco Pérez nació en Fuentelespino de Moya, en el seno de una familia humilde, el día 25 de agosto de 1896, y falleció en Madrid, a la edad de 87 años, el 17 de enero de 1983; murió en silencio, casi en el olvido, siendo enterrados sus restos en el madrileño cementerio de la Almudena. Cuenca, que le había dedicado al menos una calle en vida (cosa que no se suele producir con frecuencia en esta ciudad con los hijos ilustres), no podía permitir que los restos mortales de un hombre que había amado tanto a su tierra descansaran para siempre en otro lugar que no fuera el suyo.

 SUS RESTOS DESCANSAN EN “SAN ISIDRO”
Por fin, el 23 de febrero de 1985, los restos mortales de Don Luis Marco Pérez llegaban a Cuenca para ser inhumados en el pintoresco paisaje de la Ermita de San Isidro Labrador (Vulgo de Arriba), en una sencilla tumba horadada sobre el peñasco que se asoma a la Hoz del Júcar. A escasos metros reposan también los restos mortales del poeta Federico Muelas y del pintor Fernando Zóbel. Tuvo que ser ya muerto, cuando Cuenca y la Semana Santa, le rindieran el gran homenaje póstumo que al propio escultor le hubiera gustado recibir en vida.

La estatua del Pastor de las Huesas, cuando fue desmontada de su pedestal en la antigua Plaza de Cánovas (actual Plaza de la Constitución)
EL PASTOR DE LAS HUESAS
Tenía Luis Marco Pérez 78 años cuando le conocí personalmente. La edad había hecho mella en él, y muy especialmente la muerte de su esposa María Sevillano, que se había producido hacía mes y medio de ese año de 1975. Marco Pérez no podía evitar la emoción y las lágrimas afloraban por sus mejillas a cada instante mientras intentaba fumarse un ”ducados”. Me impresionó aquella entrevista con el escultor, por su sencillez y tremenda sensibilidad. Luis Marco Pérez vestía un traje gris oscuro, llevaba corbata negra y sus gafas a veces se empañaban por alguna lágrima que no podía evitar. El laureado escultor había venido a Cuenca con un discípulo suyo para restaurar algunas imágenes, y muy especialmente la de San Pedro Apóstol.
Marco Pérez nos recordaba en aquella entrevista cuál había sido su primera obra más importante:
”La de El Pastor de las Huesas del Vasallo, que la hice en el año 30 y con ella gané la Medalla de Oro de la Exposición Nacional; tal galardón sólo lo había obtenido hasta entonces Mariano Benlliure y para mí resultó una satisfacción enorme, porque yo era un crío”.
Le recuerdo en la charla (mientras apura un té en el salón inglés del hotel Torremangana), que hacia 1925 había realizado el Monumento a los Caídos de Africa, situado en pleno corazón de Cuenca: ”Es cierto, no había cumplido aún los 30 años cuando hice esa escultura. Cada vez que paso por Carretería y la veo, me quedo mirándola y me emociono, porque recuerdo aquellosd años jóvenes en los que tanto trabajé”.

Entrevista a Marco Pérez en “El Banzo”, número 1. Junio 1975, de Juan de H. (Juan Ruiz Garro)

Marco Pérez no tuvo hijos y por ello sentía un especial cariño por sus obras. Cuando le pregunté si tenía especial predilección por alguna de ellas contestó así:
”Yo soy como un padre bueno que quiere a todos sus hijos; sin embargo, le tengo un cariño especial a la escultura del Pastor de las Huesas del Vasallo, que por cierto ha estado dando muchas vueltas por Cuenca y por fin la han colocado en un lugar atractivo en la Hoz del Huécar. También recuerdo con agrado El Hombre de la Sierra, que está en el Parque”.

EL ALMA DE CASTILLA ES EL SILENCIO
 Pastores, gancheros, leñadores, segadores, labradores, rostros curtidos por el trabajo, de sol a sol. Marco Pérez supo plasmar con auténtico realismo la dura vida rural, el rostro de los hombres y mujeres de Cuenca, porque a él también le preocupaban la marginación y el silencio de la tierra castellana. Todo ello lo sintetizó en una escultura de bronce titulada ”El alma de Castilla es el silencio”. Mejor definición, imposible. Esta obra, como tantas suyas, se encuentra en el Museo de Cuenca, en la Sala dedicada a Marco Pérez.

¿Escultor? ¿Imaginero? Marco Pérez desvelaba así las interrogantes:
”Las dos cosas. Empecé en un taller de imaginería en Valencia y tengo el mío propio en Madrid; las dos cosas las he practicado de igual a igual”. La obra de Marco Pérez, por tanto, tiene dos etapas: la de antes de la guerra de 1936 y la posterior. En los años treinta realizó numerosas esculturas y una veintena de pasos de Semana Santa (también para otras provincias), destacando la Santa Cena, construida en 1929, que apenas si desfiló cinco años. Era una talla de madera, sin policromar, que llegó incluso a desfilar en Jueves Santo.

Después de la guerra civil su tarea de artista tuvo que enfocarla más como imaginero, obligado por las circunstancias de la reconstrucción de los pasos de Semana Santa, y así salieron de su taller hasta 21 pasos para los desfiles de Cuenca y un número indeterminado para las procesiones de Semana Santa de otras poblaciones, especialmente de Ciudad Real y de la provincia conquense.
Marco Pérez tenía ganas de volver a hacer la Santa Cena, pero los años y la enfermedad que padecía, se lo impidieron.
San Juan Evangelista, su obra predilecta

IMAGINERO DE LA SEMANA SANTA DE CUENCA
Después de unos años laboriosos, en los que desde 1940 a 1951, prácticamente terminó de completar los pasos más relevantes de la Semana Santa de Cuenca, su último paso, ya bastante años después, fue el de “El Descendido”, realizado por sus alumnos en su taller, que desfiló durante pocos años en la procesión ”En El Calvario” y fue cedido por la Cofradía de las Angustias a la Semana Santa de San Clemente.
A Don Luis Marco Pèrez le encantaba hablar de la Semana Santa y sobre todo de las imágenes que había realizado, y mientras fumaba un cigarrillo, que sostenía entre sus temblorosos dedos, como si fuera la gubia, iba nombrando los pasos que habían salido de sus manos:  “Jesús Nazareno de las Seis, San Juan Bautista, La Soledad del Puente, San Pedro Apóstol, San Juan Evangelista, que creo que le llaman El Guapo, La Exaltación, El Descendicimiento, en fin, que ya no me acuerdo de todos, mi querido amigo. Lo que sí le puedo decir es que la Semana Santa está como en sus mejores tiempos. Además yo  siento un especial cariño por la Semana Santa de Cuenca”.

Cuando hablamos de su estilo, el escultor de Fuentelespino de Haro comentaba:
El Descendimiento por el Peso con San Andrés al fondo. (M. Pérez).
”Siempre me he mantenido en una línea y he tenido mi propio estilo. Claro, que alguna vez he hecho abstracto, pero no me iba. Yo sigo en mi concepto artístico”.

Luis Marco Pèrez tuvo ocasión, en aquella visita a Cuenca en 1975, de ver montada en el Museo de Cuenca una vitrina con una treintena de sus obras. Y así mostraba su satisfacción:
”Me parece muy bien que tanto Manuel Osuna como Francisco Suay hatan tenido esta idea, porque una profesora de Bellas Artes, cuando iba por mi taller, me decía: “todo esto debería estar en un Museo”. Lo que más me satisface es que este Museo sea el de Cuenca, porque Cuenca lo es todo para mí. Mi esposa era valenciana y se enamoró de Cuenca. Además, ella fue quien ideó muchas de mis obras”.

Cuenca nunca podrá olvidar a Luis Marco Pèrez, pues su obra en bronce, madera o piedra, aquí permanecerá siempre formando parte del propio paisaje y cada Semana Santa, desfilando por las calles de una ciudad que fue el mejor marco de sus obras.

 SU OBRA EN CUENCA
 Imágenes de Semana Santa

“Jesús de las Seis”, su primera obra tras la guerra.
- Jesús entrando en Jerusalén (La Borriquilla).
- San Juan Bautista.
- Nuestro Padre Jesús de Medinaceli.
- Jesús Orando en el Huerto (de San Esteban).
- El Prendimiento de Jesús (Beso de Judas).
- San Pedro Apóstol.
- La Virgen de la Amargura con San Juan.
- Cristo de Paz y Caridad (El Cristillo).
- Jesús Amarrado a la Columna.
- Ecce-Homo (de San Andrés).
- Nuestra Señora de la Soledad (del Puente).
- Jesús Nazareno (de El Salvador).
- Jesús Caído y la Verónica.
- San Juan Evangelista.
- Santísimo Cristo del Perdón (La Exaltación).
- Santísimo Cristo de la Luz (De los Espejos).
- Santísimo Cristo de la Salud (El Descendimiento).
- Nuestra Señora Virgen de las Angustias.
- Cristo Yacente.

Esculturas en la ciudad
 - Monumento a los Soldados de Africa (Plaza Hispanidad).
- Pastor de las Huesas del Vasallo (Hoz del Huécar).
- El Hombre de la Sierra (Parque San Julián).
- Monumento a Lucas Aguirre (Parque San Julián).
- Monumento a Doña Gregoria de la Cuba.
- MUSEO DE CUENCA (Sala dedicada a Luis Marco Pèrez, con numerosa obra).
 José Vicente Avila
(El Día de Cuenca, 1990)

lunes, 28 de octubre de 2013

Vieja serrana. 1930-33

Vieja serrana. 1930-33
Bronce.
83 x 36 x 28 cm.
Diputación de Cuenca



Paso a paso por Miguel Romero. Mis Diálogos sobre Marco Pérez (II)

PASO A PASO   por Miguel Romero

Mis Diálogos sobre Marco Pérez (II)…


Otro año más y, éste, si cabe, con mayor desilusión por la “dichosa crisis galopante” que nos está dañando progresivamente sin más ánimo que contemplar la desidia y el desgobierno, como diría el Buscón de Quevedo, que adolece España y si cabe, Europa, nosotros ahondamos en nuestra Semana Santa conquense con devoción contenida.
Yo sigo absorto cuando deambulo por la Hoz del Huécar, mi refugio, porque en ella encuentro el sosiego necesario para huir del desaforado mundo social en el que estamos inmersos, por eso “de qué dirán” y luego, curiosamente, no decimos nada. Nuestro conformismo es la clave de nuestra situación: Cuenca, muere y muere lánguidamente, sin que nadie o casi nadie, haga algo por remediarla, ¡ea¡ así somos.
Paso por debajo del Puente de San Pablo, el metálico en estructura que hiciera aquél discípulo de Eiffiel a principios de siglo XX, para suplantar el bello puente de piedra encargado por el canónigo del Pozo en el XVI y que se bambalea cuando los niños, en su corretear, hacen cabriolas sobre sus maderas, ahora limpias y restauradas.
Desde abajo, saludo a Juan, el nuevo director del Parador, un hombre joven con ilusión por acrecentar su experiencia aplicando su “buen hacer” en los planteamientos hosteleros de una ciudad privilegiada para ello. Lo saludo y continúo mi camino hacia el kilómetro dos. Allí, me encuentro con Arturo Martínez Barambio, el de Ismael, “Arturete” para nosotros, culto, simpático, honesto y músico, un gran músico, herencia de su padre al que tanto añoramos.
Me entretengo con intención porque quiero hablar sobre el pasado, rico e histórico, de nuestra ciudad. Él, semanasantero como yo, me mira esperando oir que pregunta le voy a hacer.
-          Arturo, te suenan estos quintentos:
            Naciste a la altura de nuestra Serranía
y en su grandeza quieres dar forma a tu ideal
poniendo en tus figuras destellos de energía,
que en su apostura noble y en su actitud bravía
pregonen la entereza del alma regional.

            Él, culto y avizado en la picaresca, me mira y contesta:
-          ¿Poesía, poesía? Por ahí me coges, ya sabes. Yo de música lo que quieras, pero en la poesía me encuentro un poco más perdido, aunque me encanta, sobre todo la de Federico Muelas –me contesta contrariado por eso de no saber dar la respuesta.

Igualmente, le vuelvo a hacer nueva pregunta:
- Escucha un poco más:
                        Es tu hombre de la Sierra, retrato que plasmado
                        con atención inmensa, de ardiente inspiración,
                        encierra en su conjunto la historia del pasado,
                        ambiente prodigioso que tiene aprisionado
                        viviente testimonio de hermosa tradición.

                        Es tu pastor de las Huesas, de enérgica postura
                        que muestra las arrugas curtidas de su tez,
                        hay algo de misterio que anima la escultura
del hombre que compendia la paz y la ventura
guardando su rebaño con gesto de altivez.

Sin duda, los detalles advierten mucho al caballero y Arturo, rápido con el deseo del que siempre quiere atender con premura y acierto, me dice:
-          Está claro Miguel, me hablas de Marco Pérez.
- Así es, Arturo, así es. Genial, como siempre, genial. Estos versos son de Leopoldo Picazo y los he sacado de las páginas del periódico conquense El Mundo, del lunes 16 de junio de 1930 a raíz de su Medalla de Oro. Son esos mismos versos que acaban así:
                        Prosigue, hermano Marco, con tu arte peregrino,
                        lo ruegan tus paisanos, lo pide esta ciudad.
Dichoso tú, qué puedes, cumpliendo tu destino,
dejar huella imborrable que marque tu camino
hacia la Patria excelsa de Inmortalidad.

Son días de enero de 2012, esos días de sol gélido, pero con brillo especial en su dorado, instando a las rocas a gemir por pesadumbre en el deambular de su recorrido. Aderezas el camino, te encuentras con algún gatillo de los muchos que allí habitan, escuchas algún graznido, pocos, por eso del frío que invade cada umbría de las que encurvan este pavimento que nos conduce a Palomera.
Es un recorrido intenso y gratificante, me da lo mismo en invierno, primavera, otoño o verano y como veis he cambiado el orden de las estaciones, porque aquí, en la Hoz, las estaciones están cambiadas.
El agua del Huécar apenas hace ruido en sus escombreras, porque ya no hay ninguna, apenas desdibuja perfil de azulejos porque lleva poco caudal en tiempos de crisis, crisis de lluvias que también tenemos y, sin embargo, el chapoteo de alguna ardilla rompe el silencio que te produce su angosta estrechez.
Me encanta pasear por la carretera de esta hoz. De vez en cuando, te cruzas con algún “asesino del colesterol” que a paso rápido, acelera el flujo sanguíneo que descubre la faz de su cara, de rojos carrillos, tan rojos como esos tomates de la huerta del kilómetro cuatro. Pero el color no sólo es de su paso, algo más lento de lo esperado, sino también del frío, ese que por aquí se mete entre la piel sin apenas pedirte permiso alguno.
Cuando llego a la fuente del nazareno, así la llamo porque siempre encuentro a mi amigo Felix Ortega,  me cruzo con la figura de un hombre sabio, conquense por los cuatro costados, conocedor de los requiebros más intensos de la Cuenca del siglo XX, amante de la cultura que hace grande a los pueblos: mi amigo Luis Cañas.
-          Hola, Miguel Romero, ¿qué tal tus proyectos? –es su pregunta, cálida y amable al verme.
-          Bien Luis, muy bien. Pero ahora me trae aquí una reflexión. Seguro que tú, que tanto sabes y cuya experiencia tanto acumula, me podrás ayudar en saber algo más de mi admirado Luis Marco Pérez.
-          ¡Ah¡, de Marco Pérez, pues tu dirás…
- Alguien me contó que tuvo un fuerte enfrentamiento con la Diputación en el 1938. Leí que fue invitado a una exposición de Pintura y Escultura de Artistas Españoles a celebrarse en Bogotá en el verano de aquel año y necesitaba algunas obras para ello. Desde el comisionado de la misma, le pedían con urgencia las enviase antes del 30 de junio. Él, agilizando el proceso, envió una carta a la Diputación Provincial, entonces llamada Consejo Provincial de Cuenca, para solicitar le dejasen enviar a la capital colombiana las obras “Vieja Conquense” y “Diana Cazadora”, dos bronces de su mano que conservaba la sede institucional. Sin embargo, no le fue concedida su petición, ¿sabes por qué Luis?
- Muy fácil, amigo Romero, muy fácil. Era algo común en Marco Pérez. Recuerdo que entre los años 1931 a 1934, ambos inclusive, el escultor había percibido la cantidad de 20.000 pesetas, a razón de 5.000 anuales, “por modelar en bronce, mármol y madera tres o cuatro grupos alegóricos de Cuenca para optar con ellos a la Medalla de Honor de las exposiciones nacionales de Bellas Artes, debiendo quedar en propiedad de la Diputación al menos uno de los grupos que ejecutase como propiedad por el pago realizado.” Sin embargo, el amigo Luis Marco Pérez, ya había retirado anteriormente alguna más del palacio e incluso del despacho del propio presidente, como era el caso de un desnudo de mujer en mármol negro, sin devolverlas, por lo que la Diputación le negó tal petición bien razonada.
- Ahora lo entiendo todo. Me resultaba curioso, pero claro este hombre no cumplió su palabra y ello le sirvió para no poder enviar a Bogotá estas espléndidas obras. ¡Qué lastima¡ ¿no? –dije bastante desilusionado por lo que aquello podría haber supuesto para él y para Cuenca.
- Así fue, así fue. Mira, en aquella exposición alternó nada más y nada menos que con Adsuara, Benedito, Benlliure, Capuz, Calrá, Macho, Mateu, Ortells, Carmelo, Julio Vicent y Eva Aggerholm, la esposa de Vázquez Díaz, ¿no veas?
- Pero así era nuestro insigne escultor. Un hombre especial, artista como ninguno, pero controvertido en muchos de sus actos, tal vez decisiones y, a veces, compromisos.

Poco después de haber acabado la guerra civil del 36, Marco Pérez retorno a Valladolid el 28 de abril de 1939 y se incorporó a la Escuela de Artes y Oficios como profesor nuevamente “sin perjuicio de la depuración que en su día se incoe contra él”, decía el informe previo. Sometido al expediente de depuración, éste fue resuelto favorablemente el 5 de septiembre de ese año, por lo que el escultor pudo continuar sus tareas docentes aunque no por mucho tiempo.
En 1949 realiza el definitivo viaje a Madrid como Profesor de Término de Modelado y Vaciado en la Escuela Central de Artes y Oficios Artísticos, en la que compartiría trabajo y amistad con el otro gran escultor José Capuz, cuyo carácter le generaría ciertas dificultades de relación.
Estudia las Semanas Santas, analiza obras del barroco vallisoletano, analiza al detalla la obra de Gregorio Fernández, incluso, de Martínez Montañes, los grandes imagineros castellano y andaluz, respectivamente. Todos sabemos que “los Pasos” son esas escenas de sufrimiento (del latín patior, sufrir) que han venido constituyendo desde hace siglos la más clara manifestación de la religiosidad popular hispana a través de unas figuras encaminadas a provocar devoción. Ese realismo que ha venido presidiendo la escultura española desde el Barroco la supo manifestar en su alta perfección y conocimiento del volumen en todo su tratamiento, este gran escultor conquense. Ese realismo dramático lo lleva a su máximo exponente, propio de la escuela castellana a la que Marco Pérez era tan dado, expresando en cada escorzo de sus figuras, el sentimiento y la contemplación de la humanidad de lo representado.
En Valencia, Madrid y sobre todo, en Valladolid, fue forjando ese estilo único que hizo de sus obras el contexto histórico de una Semana de Pasión en su más alto signo. Se formó y ayudó a formar a otros discípulos. Con Capuz, con Macho y con Benlliure, adquirió el estilo que daría la grandeza del volumen en expresiva compostura. De ello, iremos hablando en nuestros Diálogos.
Entre el 1939 de Valladolid y el 1949 de Madrid, hay un tiempo en el que Luis Marco Pérez acomete diversos proyectos y fracasa en otros intentos. Entre los fracasos más sonados, el fallido intento de llevar a cabo el grupo escultórico de La Santa Cena, encargado por la Junta de Cofradías conquense en 1946 y del que hablaremos en otro capítulo.


Miguel Romero Saiz

Nazareno

domingo, 27 de octubre de 2013

La Gaceta del Norte. 16 de abril de 1943. Pasos nuevos entregados a Cuenca y Ciudad Real por Marco Pérez

La Gaceta del Norte. 16 de abril de 1943. Dos nuevos pasos de Marco Pérez para Cuenca.
En este periódico de 1943 podemos encontrar una reseña de los nuevos pasos entregados a Cuenca y a Ciudad Real por Marco Pérez.
Virgen de las Angustias y Yacente para la Semana Santa de Cuenca.
Dolorosa para el paso de Jesús Caído de la Semana Santa de Ciudad Real.




San Juan Bautista. Semana Santa de Cuenca. 1941

San Juan Bautista. Obra de Marco Pérez para la Semana Santa de Cuenca. 
Entregada a la Hermandad en 1941.
http://www.sanjuanbautista.es/
http://sjuanbautista.blogspot.com.es/


Tras la guerra, se le encarga a D. Luis Marco Pérez una nueva talla de San Juan Bautista, la cuál es entregada el día 3 de Abril de 1.941 a la hermandad. Al haber 6 escasos días para preparar el desfile procesional, el Domingo de Ramos de ese año se anula la subasta realizada y se decide desfilar sin talla acompañando a la hermandad del Ecce Homo de San Miguel.
A partir de 1.942 comienza a desfilar la talla actual, obra de Marco Pérez.
Recibe culto en la Iglesia del Salvador. Cuenca














San Juan Bautista en el taller de Luis Marco Pérez





 Acta de la llegada de la Imagen de San Juan Bautista a la Parroquia del Salvador de  Cuenca el 3 de abril de 1941


Retrato de María Sevillano López. Esposa de Marco Pérez. 1930

Retrato de María Sevillano López. Esposa de Marco Pérez 1930.
Donada al Museo de Cuenca en 1975 por el artista.
Bronce sobre peana de madera.
54 x 45 x 26 cm